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En el aula, la joven colegiala se inclina sobre su escritorio, mostrando sin querer el contorno de sus pezones a través de su blusa ajustada. Los chicos, con miradas furtivas, admiran la provocativa visión, imaginando lo que hay debajo de la tela. Ella, ajena a sus ojos curiosos, se mueve con una gracia que acentúa sus curvas. La clase transcurre en un silencio cargado de tensión, donde cada susurro y cada roce parece un preludio de lo que todos desean ver. Los pezones, ahora visibles bajo la tela, son un secreto compartido, una tentación que enciende la imaginación de todos, creando un ambiente de deseo contenido.