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La morena culona sonríe con picardía y de manera muy provocativa mientras sus dedos se anclan en la cintura de su pijama de seda. Con un movimiento lento y deliberado, la tela se desliza por sus caderas amplias, revelando la curva perfecta de su culo. La prenda cae a sus pies y ella se queda de espaldas un instante, dándome el espectáculo completo. Luego, se gira lentamente. Sus piernas se abren con una confianza innegable y ahí está, esa rica panocha, un rincón oscuro y húmedo, prometiendo un paraíso de sabores y placeres, un tesoro escondido que solo espera ser devorado.
