Ella se le monta encima su cuerpo tenso y su respiración entrecortada. Él, con una mezcla de deseo y urgencia, la penetra profundamente, cada movimiento cargado de intensidad. Ella, con un gemido de dolor y placer, le suplica, «Métela más despacio, por favor, me lastimas.» Sus palabras, aunque suaves, están teñidas de una necesidad desesperada. Él, sin apartar la mirada de sus ojos, reduce la intensidad, moviéndose con una lentitud calculada. Cada embestida es ahora una caricia, un intento de encontrar un equilibrio entre el deseo y la comodidad. Ella, poco a poco, se relaja, sus gemidos cambiando de tono, volviéndose más suaves y placenteros. Él, atento a cada reacción, se asegura de que cada movimiento sea un paso hacia el éxtasis compartido.
metela mas despacio por que me lastimas..le dice al novio mientras la penetra profundo
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