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La colegiala, con una mezcla de timidez y osadía, se encuentra en la intimidad de su habitación con sus amigos. Con un brillo travieso en los ojos, decide sorprenderlos. Lentamente, y con movimientos calculados, se desabrocha la blusa, revelando su piel suave y su sujetador de encaje. Sus amigos, expectantes, contienen la respiración, hipnotizados por su audacia. Con una sonrisa coqueta, se quita el sujetador, liberando sus pechos firmes y voluptuosos. «¿Les gusta?» pregunta, con una voz que destila confianza y deseo. La habitación se llena de un silencio cargado de asombro y admiración. La colegiala, con una seguridad que desborda su juventud, se deleita en la atención, sabiendo que ha dejado a todos impresionados por su atrevimiento.