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Estas dos lobas desatadas, unas amigas bien putas, se echaron unos tragos de más y se pusieron bien locas. La pista de baile se convirtió en su puto antro privado, donde las chamacas se desprendieron de la ropa, mostrando sus cuerpos al son de la música. Se veía como las tetas rebotaban al ritmo de la música, los culos caribeños moviéndose de un lado a otro, en un frenesí de lujuria y desenfreno. Las guachas se dieron vuelo, sin importarles un carajo quién las mirara. La rumba se puso caliente, con esas dos pendejas-desvergonzadas exhibiendo todo lo que mamá les dio. ¡Una noche de puta madre que nadie se querría perder!
