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La morrita colegiala, con mirada traviesa, se acerca al maestro con picardía. Él, sabiendo que la situación está que arde, le susurra al oído: «Ándale, tus papás no van a enterarse». La morra, con una sonrisa pícara, se agacha frente al maestro, sabiendo lo que viene a continuación. Entre jadeos y gemidos, la colegiala aprende una lección muy distinta a las que da en clase. El maestro, con ansias desatadas, la guía en un juego de placer prohibido y excitante. La complicidad y el morbo se apoderan de la escena, donde la morrita descubre un nuevo mundo de sensaciones y experiencias sexuales. ¡Una clase que ninguno olvidará!












