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En los momentos culminantes de su encuentro, la jovencita, con la respiración entrecortada, susurra: «Ya sácala… ya no puedo más.» Su voz, un eco de placer y agotamiento, resuena en la habitación. El novio, con una mezcla de ternura y deseo, obedece, saboreando cada segundo de su liberación compartida. La tensión se rompe en un clímax explosivo, dejando a ambos en un estado de éxtasis profundo. Cada fibra de sus cuerpos tiembla, y el mundo exterior se desvanece, reemplazado por una paz momentánea. La jovencita se derrite en los brazos de su novio, satisfecha y completa, sabiendo que este momento será recordado con una sonrisa de satisfacción.