sabrosa nalgona se pone una malla negra para montarle la polla al novio

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La sabrosa nalgona, con una sonrisa provocativa, se dirigió al armario, sacando una malla negra ajustada. Con movimientos sensuales, se la puso, realzando cada curva de su cuerpo. La tela elástica se amoldaba a su piel, destacando sus nalgas redondas y firmes. Se giró hacia su novio, sus ojos llenos de lujuria y desafío. «¿Te gusta lo que ves?» preguntó, su voz ronca de deseo. El novio, con la boca seca, asintió, incapaz de formar palabras. La nalgona, satisfecha con su reacción, se acercó a él, sus caderas balanceándose. Se subió a horcajadas sobre él, la malla negra creando una fricción deliciosa. Con una mano, guio su erección, posicionándola en su entrada. Lentamente, se dejó caer, su cuerpo tragando su longitud, centímetro a centímetro. Ambos gimieron, sus cuerpos fundidos en uno. La nalgona comenzó a moverse, sus caderas girando, sus músculos internos apretando. Cada movimiento era una ola de placer, sus gemidos llenando la habitación. La malla negra, húmeda de sudor, resbalaba contra su piel, aumentando la sensación. El novio, con las manos en sus caderas, la guiaba, sus embestidas profundas y constantes. La nalgona, perdida en la pasión, se dejó llevar, su cuerpo convulsionando de éxtasis, la malla negra un testigo silencioso de su lujuria desbordante.

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