La morrita está más caliente que sartén al rojo vivo, pero la vrga del macho no le entra ni con taladro. La pícara chavala se retuerce como lombriz en anzuelo, rogando que le metan hasta el fondo. Con sus gemidos llenos de lujuria, la morrita cachonda se contonea y se arquea ansiosa, pidiendo a gritos que le desgarren en dos. El chaval, sudando como cura en prostíbulo, intenta por todos los medios ensartarla, pero esa concha está más apretada que el bolsillo de un pobre diablo en fiesta de millonarios. Entre jadeos y juramentos, la morra sigue implorando por más, con esa cara de zorra en celo que solo un verdadero macho alfa puede satisfacer. ¡Qué espectáculo más bravo y caliente, carajo!
no le entra la vrga a la morrita cachonda pero ella quiere coger
