En el bullicioso metro de la Ciudad de México, una mexicana putona ha encontrado una manera única y audaz de ganar dinero. Con una sonrisa pícara y una mirada desafiante, vende videos de sí misma tocándose, capturando la atención de los transeúntes con su descaro y sensualidad. Utiliza su teléfono para grabarse en los rincones más discretos del metro, aprovechando la privacidad relativa que ofrece el constante movimiento de la gente. Sus videos, llenos de sugerencias y movimientos provocativos, se vuelven virales rápidamente, atrayendo a una audiencia curiosa y ávida de contenido erótico. La mezcla de su audacia y la excitación del entorno urbano hace que sus ventas sean un éxito, convirtiéndola en una figura controversial pero exitosa en el mundo de los videos eróticos.
