En el rincón más apartado del salón, el chico, con una mezcla de nerviosismo y excitación, se acercó a la rica colegiala mexicana. «Quiero tocarte, mi amor,» susurró, su voz ronca de deseo. Ella, con una sonrisa de anticipación, asintió, sus ojos brillando de expectativa. «Hazlo, quiero sentirte,» respondió, su voz apenas audible. Él, con manos suaves pero decididas, levantó su falda, sus dedos explorando su intimidad con ternura. «Dios, estás tan mojada,» murmuró, sus movimientos lentos y suaves. «Más, más,» susurró ella, su voz entrecortada, sus gemidos ahogados en besos intensos. Luego, con una sonrisa de satisfacción, la posicionó en cuatro, penetrándola con una mezcla de suavidad y pasión. «Te amo,» susurró, sus movimientos rápidos y urgentes. «Y yo a ti,» gimió ella, sus ojos cerrados, perdida en el éxtasis. Cada segundo contaba, cada movimiento era una celebración de su conexión, un momento robado en la intimidad del salón.
metiendole los dedos a una rica colegiala mexicana y despues se la coge en cuatro
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