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La morra decidida se aventó una escapadita de la prepa pa’ irse a la casa del compa más cercano, y no precisamente para estudiar. Con el pretexto de que se les hizo tarde estudiando juntos, se aventaron al cuarto en una fiera cogida digna de aplausos. Ella, bien zorrita, le pidió a su amigo que le enseñara unas lecciones especiales bajo las sábanas. El compa, sin pensarlo dos veces, le dio una clase maestra de placer, haciéndola gemir como nunca. Entre jadeos, agarrones y sudor, se pasaron la tarde entera desquitándose de las clases perdidas. Sin duda, esta morra supo cómo compensar su ausencia en la escuela.
