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El ambiente del club es denso, lleno de humo y miradas ávidas. Sobre el escenario, bajo un foco de luz roja, el show está a punto de comenzar. La señora, elegante y madura, arrodilla a la puta joven frente a una silla baja. La muchacha se inclina, ofreciendo su culo perfecto y erguido. La señora, con una mirada de experta, se acerca y, sin dudarlo, empieza a lamerle el ojito. Su lengua es hábil, explorando, humedeciendo, mientras la puta emite gemidos que amplifican los micrófonos cercanos. La multitud enloquece. Es un espectáculo de poder y sumisión, la experiencia de la señora dominando a la joven, un acto de sexo en vivo crudo y explícito donde las líneas entre la dama y la prostituta se borran en un mar de saliva y placer público.
