la morrita se la chupa a su amigo pero no quiere que la graben pero al final acepta

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La morrita, con una mezcla de nerviosismo y deseo, se arrodilló frente a su amigo, sus manos temblorosas desabrochando su cinturón. La cámara, escondida en un rincón, capturaba cada detalle, desde la expresión de incertidumbre en su rostro hasta la forma en que sus labios se acercaban lentamente a su miembro. «No quiero que me graben,» susurró, su voz apenas audible. Él, con una sonrisa tranquilizadora, le aseguró que solo sería para ellos, un recuerdo privado. Con un suspiro, ella aceptó, permitiendo que la cámara registrara cada momento. Sus movimientos eran lentos y suaves al principio, pero a medida que se perdía en el placer, sus caricias se volvían más intensas. Los gemidos de ambos llenaban la habitación, creando una atmósfera de pasión y confianza. En ese instante, la cámara capturó cada suspiro, cada gemido, cada expresión de éxtasis, grabando un momento de intimidad y deseo compartido.

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