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La tenía ahí en su cuarto, sin pijama y en puros calzoncitos y a punto de dormir, la muy inocente. Saqué el cel y empecé a grabar sin que se diera cuenta. Se me acercó, me sonrió y se arrodilló. Con esa boquita se me comió toda la verga, mamándomela como una profesional, con sus ojitos cerrados y todo. La muy zorra se la pasaba lamiéndome las pelotas y metiéndomela hasta el fondo, ahogándose con mi leche. Yo, por mi parte, grababa todo ese espectáculo, disfrutando de cada segundo de su boca experta mientras ella, en su mundo, solo pensaba en darme placer.
