desvirgando a una morrita en su casa pero ella le dice que le esta doliendo

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La morrita, con una mezcla de nerviosismo y anticipación, se encuentra en la intimidad de su casa. El novio, con movimientos lentos y delicados, comienza a desvirgarla, sus manos explorando su cuerpo con ternura. «Mmm,» gime suavemente, su respiración entrecortada. Sin embargo, a medida que avanza, ella hace una pausa, su cara contorsionada en una mezcla de placer y dolor. «Espera,» susurra, su voz temblorosa. «Me duele.» Él, atento a sus necesidades, se detiene, sus ojos llenos de preocupación. «Shh, está bien,» la tranquiliza, sus caricias suaves y reconfortantes. «Vamos despacio, ¿sí?» Ella asiente, confiando en él, y con paciencia, continúan, adaptándose a su ritmo, donde el placer y el cuidado se entrelazan en un momento de conexión profunda.

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