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En el baño del colegio, la colegiala mexicana alocada cierra la puerta con un chasquido decidido. Con una sonrisa traviesa, se quita la falda plisada, dejando al descubierto sus piernas bronceadas. Luego, desabrocha lentamente la blusa, revelando un sujetador de encaje negro que contrasta con su piel. Sus movimientos son sensuales, conscientes de la mirada imaginaria de sus compañeros. Con un último gesto, se quita el sujetador, liberando sus pechos firmes. La colegiala, ahora completamente desnuda, se mira en el espejo, satisfecha de su audacia. El eco de su risa resuena en el baño, un secreto compartido solo con el espejo y su propia valentía.