andale no te va doler…le dice a la jovencita para que se deje coger de perrito

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«Jovencita Inocente: Una Lección de Placer en Posición de Perrito»

En la privacidad de una habitación, un chico experimentado y seguro de sí mismo se acerca a una jovencita inocente, con una mezcla de ternura y deseo en su mirada. La jovencita, con su cuerpo delgado y juvenil, lo mira con una mezcla de nerviosismo y excitación, lista para explorar nuevos territorios de placer.

«No te va a doler,» susurra el chico con una voz suave y reconfortante, mientras la guía suavemente hacia la cama. «Confía en mí, te va a encantar.»

La jovencita asiente, sus ojos fijos en los suyos, buscando seguridad y confianza. Se posiciona de rodillas sobre la cama, ofreciendo una vista tentadora de su cuerpo perfecto. El chico, detrás de ella, admira la escena, sus manos acariciando suavemente su espalda y sus caderas, preparándola para lo que está por venir.

«Relájate,» le dice, su voz un susurro cálido en su oído. «Vamos a ir despacio.»

Con movimientos suaves y deliberados, el chico se posiciona, su miembro erecto listo para entrar en ella. La jovencita, con un gemido suave, se abre a él, sintiendo cómo la penetra lentamente, llenándola completamente. La posición de perrito permite una penetración profunda y placentera, y el chico comienza a moverse con un ritmo suave y constante, asegurándose de que la jovencita sienta cada centímetro de él.

«¿Así está bien?» pregunta, su voz entrecortada por el esfuerzo y el placer.

La jovencita asiente, sus manos agarrando las sábanas con fuerza, sus gemidos cada vez más intensos. «Sí, así está perfecto.»

El chico acelera el ritmo, sus caderas chocando contra las de ella, creando un sonido rítmico y excitante. La habitación se llena de susurros, gemidos y promesas, mientras ambos se dejan llevar por la pasión y el deseo. La jovencita, con su cuerpo arqueado y sus movimientos sincronizados con los de él, descubre un mundo de placer que nunca había imaginado.

«No te va a doler,» había dicho, y tenía razón. Cada movimiento, cada sensación, es pura delicia, un viaje de descubrimiento y éxtasis. La noche se convierte en un baile de cuerpos, una sinfonía de placer que los deja a ambos sin aliento y completamente satisfechos.

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