cogiendo de perrito a una morrita colegiala mexicana cachonda

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La uniforme de la morrita colegiala mexicana yacía en un montón en el suelo, testigo mudo de su transformación. De rodillas en la cama, su espalda arqueada en una curva perfecta, me ofrecía ese culo joven y ansioso. La cachondez se palpaba en el aire, densa y eléctrica. La agarré de la cintura, sintiendo la temblorosa anticipación de su cuerpo, y me hundí en ella de un solo golpe. Un grito ahogado de placer fue su respuesta. Comencé a moverme, fuerte y profundo, viendo cómo su cabellera oscura se balanceaba con cada embestida, mientras sus gemidos llenaban la habitación, un concierto de pecado y juventud.

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