mi vecina se deja grabar mientras que le meto los dedos en la panocha

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En la privacidad de su apartamento, una vecina de curvas tentadoras y ojos traviesos se recuesta en el sofá, sus piernas abiertas y tentadoras. Con una sonrisa pícara, sostiene un teléfono, grabando cada movimiento. Detrás de la cámara, un hombre, su deseo palpable, se acerca, sus dedos listos para explorar. Con movimientos lentos y deliberados, se arrodilla entre sus piernas, sus ojos fijos en su entrada húmeda. Con un jadeo, introduce un dedo, luego otro, sus movimientos rítmicos y profundos. La vecina, con los ojos cerrados, se abandona al placer, sus gemidos llenando el aire. Él, sintiendo su excitación, acelera sus movimientos, sus dedos curvándose para encontrar ese punto perfecto. «Así, más rápido», susurra ella, sus caderas moviéndose al ritmo de sus dedos. Con un suspiro de satisfacción, ella se abandona al éxtasis, su cuerpo temblando con cada embestida, mientras él la lleva al borde del orgasmo, capturando cada momento en la grabación.

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