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En el pasillo del colegio, la jovencita colegiala camina con una confianza que hipnotiza a todos. Sus tetas gigantescas, apenas contenidas por su uniforme ajustado, atraen las miradas de cada chico que pasa. Cada paso que da es una invitación a la fantasía, sus curvas pronunciadas resaltando su figura. Los susurros y las risas nerviosas la acompañan, mientras ella, con una sonrisa pícara, disfruta de la atención. Los ojos de sus compañeros se desvían constantemente, incapaces de resistir la tentación de admirar su cuerpo. Ella, consciente de su poder, se mueve con gracia, saboreando cada momento de deseo y admiración que despierta.