0 likes
Me encontré en la casa de mi mejor amigo, un lugar que solía ser terreno familiar, pero ahora se sentía cargado de una tensión diferente. Su madre, siempre elegante y misteriosa, estaba sola en casa. La vi desde la puerta, su silueta destacada contra la luz del atardecer. Me acerqué sigilosamente, el corazón latiendo con anticipación. ‘¿Te gustaría jugar a algo peligroso?’, susurré, y su mirada se encendió con un brillo de desafío. Nos movimos con una intensidad que no necesitaba palabras, cada toque era una promesa de algo prohibido y delicioso. En esa fantasía, la realidad se desvaneció, dejando solo el momento, el deseo y la libertad de explorar lo desconocido.