su primera vez en el hotel y la morrita se pone nerviosa

GRUPO TELEGRAM

La morrita, con su piel bronceada y ojos brillantes, se encuentra en la habitación de un hotel lujoso, su primera vez en un lugar así. La excitación y la nerviosidad se mezclan en su estómago, creando un cóctel de emociones que la hacen temblar ligeramente. Su novio, un hombre experimentado y seguro de sí mismo, nota su inquietud y se acerca a ella con una sonrisa tranquilizadora.

«Relájate, mi amor,» susurra, acariciando su mejilla con ternura. «Estamos solos y tenemos toda la noche para nosotros.» Ella asiente, intentando calmar sus nervios, pero su corazón sigue latiendo rápido. Él comienza a desvestirla lentamente, sus manos suaves y pacientes, dándole tiempo para adaptarse a cada toque. La habitación, con su luz tenue y ambiente íntimo, ayuda a relajarla un poco más.

Con cada prenda que cae al suelo, su nerviosismo aumenta, pero también lo hace su deseo. Cuando finalmente está desnuda ante él, se siente vulnerable pero también poderosa, sabiendo que él la desea intensamente. Él la guía hacia la cama, donde la acuesta con cuidado, sus ojos nunca dejando los de ella, asegurándose de que se siente segura y querida.

Comienza a besar su cuerpo, sus labios suaves y tentadores, dejando un rastro de fuego a su paso. Ella gime suavemente, su respiración acelerándose mientras el placer comienza a superar a los nervios. Sus manos exploran su cuerpo con una mezcla de ternura y deseo, encontrando cada punto sensible que la hace estremecer. «Te amo,» le susurra al oído, su voz ronca de deseo, y ella se derrite en sus brazos, finalmente dejando ir sus nervios y entregándose completamente al momento.

Con movimientos lentos y deliberados, él se posiciona entre sus piernas, sus ojos fijos en los de ella, asegurándose de que está lista. Ella asiente, un gesto casi imperceptible, pero suficiente para que él comience a moverse. La penetra lentamente, dándole tiempo para adaptarse a la sensación, y ella gime, un sonido de placer y alivio. La habitación se llena de susurros y gemidos, creando una sinfonía de intimidad y deseo. Con cada movimiento, su conexión se vuelve más profunda, y la morrita, finalmente relajada y perdida en el éxtasis, disfruta de su primera vez en el hotel, sabiendo que está en las manos correctas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *