La morrita, con su carita de ángel pero con un fuego en el cuerpo que no se aguanta, le susurra al novio mientras tiembla de excitación: «Metela despacito, mi amor, que es mi primera vez». El chico, con las manos temblorosas y el corazón en la garganta, acata sus deseos y la penetra lentamente, sintiendo cada milímetro de su interior virgen. Los gemidos de la morrita son música para sus oídos, y la forma en la que se retuerce de placer lo enloquece. Con cada embestida, la pasión se desborda y ambos se dejan llevar por la lujuria desenfrenada, entregándose por completo al placer carnal. Es un momento único, intenso, donde el deseo se apodera de sus cuerpos y los lleva al éxtasis más profundo.
Metela despacito por que es mi primera vez le dice la morrita al novio
